martes, 22 de marzo de 2011

GENTE COMO UNO...

Relato de ficción para dar cuenta de las características de la personalidad previa predisponente a la irrupción de un ataque de pánico, incluyendo la influencia del medio ambiente familiar y social, junto con el advenimiento de un hecho traumático actual.

Los Estevez viven en la casa materna perteneciente a la familia de Alicia; en un anexo que construyeron recientemente para poder establecerse alli y vivir por un tiempo. Lograron finalmente armar el proyecto familiar que tanto deseaban: ahora pueden pensar en el futuro. Sobreviene el primer embarazo y al cabo de unos meses les informan que será varón. Al momento de la elección del nombre, Pablo le recuerda a su esposa lo acordado previamente: el primer hijo se llamaría como su padre, Angel.

Su llegada generó mucha espectativa e inquietud. Alicia fue una mamá muy joven: tenía 20 años cuando Angel nació; estaba contenta y temerosa al mismo tiempo respecto de la cuestión de ser madre. Pablo también estaba muy nervioso: tener un hijo le produjo un sentimiento similar a una gran aventura...y fue un descubrimiento: qué pequeños que son los bebés, decía, a uno le parece que se van a romper....Como suele ocurrir en estos casos, fue todo un aprendizaje el hecho de cuidar a un recién nacido, junto con el desarrollo de la familia incipiente, y al mismo tiempo mantener la intimidad deseada con el mínimo de intromisiones (viviendo en el contexto de una gran familia).

Angel tuvo dificultades para amamantarse, no embocaba al pezón: sacudía la cabeza con desesperación, asi que al principio tuvieron que ayudarlo; luego pudo alimentarse bien. Fue imposible alejar de la escena a la abuela (materna) quien siempre les recordaba su vasta experiencia, que la autorizaba a 'ayudar' a esta flamante e 'inexperta' madre. A Pablo le resultaba difícil sacar a la suegra de su casa (que de algun modo, era la de ella también); siempre lo lograba pero terminaba cansado, desgastado y con profundo malestar. Fue después de uno de esos momentos en que decidió mudarse: mis otros hijos no van a nacer en esta casa, se dijo. Al cabo de dos años pudieron vivir solos y posteriormente llegaron Lila y Sebastián, el más chico.

Angel fue un chico juguetón, estudioso e inquieto; también muy ansioso, frecuentemente se quejaba... 'estoy aburrido...' decía. Le costaba dormirse, entonces su papá les contaba cuentos con los que sus hermanos se dormían, pero Angel no; lo hacia un rato después de que se apagara la luz y con frecuencia se despertaba por tener pesadillas: soñaba con unos perros que lo corrían y lo alcanzaban. En esos momentos llamaba con mucha angustia a su padre.

Casi al mismo tiempo que empezó la escuela primaria se le despertó el gusto por los juegos de magia, y cuando se dedicaba a aprenderlos o hacía algunos trucos estaba abstraído, parecía tranquilo y feliz. Por esa época su padre empezó a viajar frecuentemente, a causa de su trabajo; por lo que no estaba todas las noches en casa. Coincidió con el inicio del invierno. Volvieron las pesadillas: otra vez se despertaba muy asustado. Ahora era su mamá quien lo tranquilizaba; a ella le dijo una noche que tenía miedo de morirse . Esto fue una señal para su madre, quien le aclaró que toda la familia estaba preocupada por los viajes del padre, pero que esa situación duraría poco tiempo. La explicación materna lo alivió, mejoró el sueño y lo cotidiano: el colegio, los juegos, la relación con sus hermanos. Alicia en cambio, empezó a preocuparse mucho por este hijo, le estaba encima haciéndole preguntas y no ocultaba su preocupación por él.

La neurosis fobica está caracterizada por la sistematización de la angustia sobre personas, cosas, situaciones o actos, que se convierten en el objeto de un terror paralizador. En tanto que síntoma, la fobia es un miedo específico intenso, cuyo estímulo es proyectado al exterior para disminuir la angustia. Exige del fóbico reacciones adecuadas, medidas de lucha «contrafóbica», es decir una actividad de descarga. Un tal fenómeno es bastante trivial y puede encontrarse ya sea en los limites de las experiencias normales (ejemplo: el vértigo), sea más o menos neto en diversos estados neuróticos. (1)

Nuestro muchacho se encontraba cursando 3º grado cuando ocurrió un problema con un compañero: Diego, quien era peleador y siempre armaba lio. Un dia le dijo 'sos maricón' en relación a su gusto por la magia; eso lo enfureció, se pegaron trompadas y volvió a casa lastimado y desarreglado.

En esta ocasión intervino su padre, diciéndole que Diego era alguien asi, que esa era su forma de ser (liero) y que no valía la pena darle tanta importancia al comentario como para agredirlo (y lastimarse); que sería conveniente para él cambiar de actitud, ya que ese chico seguiría igual.

A partir de esta charla Angel no le dio más importancia a Diego, lo ignoró. Y como había pasado el tiempo, y ya estaba más grande; pudo ingresar a un club de trucos de magia; asi que en el colegio dejó de mencionar ese tema.

Existe una forma de neurosis típica en la que la fobia representa el síntoma prevalente. La conducta neurótica no se limita a la expresión de una angustia específica, sino que se complica con medios de defensa y contracatexis (sustitutivos de las pulsiones reprimidas). Estos síntomas y estos medios de defensa constituyen la estructura complicada de esta neurosis, que tiende a reemplazar la angustia de un peligro interno por el miedo de un peligro externo. La fobia, en tanto que manifestación esencial de neurosis, apenas puede definirse por un fenómeno aislado: el objeto fóbico y el terror que engendra en el sujeto. La clínica de esta neurosis más bien nos muestra situaciones patógenas, donde el simbolismo del objeto de la fobia se mezcla con un complejo afectivo particular del sujeto. Estas «situaciones» se reducen a un numero pequeño de temas y de conductas tabús. (2)

En la adolescencia conoce a Lidia y le gusta mucho: siente que ella está 'muy fuerte'; intenta acercarse, gustarle. Pero le parece que todo lo que hace es insuficiente, se siente inseguro y afectado por sus dudas e inhibiciones; eso lo avergüenza. Otra vez aparece ansiedad y angustia, esta vez relacionada consigo mismo: está contrariado, tanto deseo que le generaba Lidia, pero es tan difícil ese acercamiento...finalmente opta por renunciar a ella; no confia en su capacidad de comunicarse adecuadamente, de encontrar las palabras justas tanto para estar con ella, como para relacionarse con otras chicas después...

En la mayor parte de las fobias del adulto, la angustia es desencadenada por el espacio. Citemos, como variedades en este vasto conjunto el gran vértigo fóbico (ejemplos: miedo de las montañas, de los ascensores); el miedo a la oscuridad, concebida ésta como un espacio amenazador; el miedo de los medios de transporte (ejemplo: miedo del tren, fobia que sufría Freud); el miedo de la muchedumbre, miedo de hablar o de aparecer en público. Otra categoría de fobia se refiere esencialmente al medio social; es decir son las relaciones individuales o colectivas con el prójimo las que constituyen el objeto de una angustia pavorosa. La fobia al enrojecimiento (eritrofobia), la fobia al contacto humano, a mirar a tal persona; a hablar a un agente de policía, etc. También pueden persistir en el adulto fobias que son consideradas como restos directos de experiencias infantiles. Notemos, la particular importancia de la visión en la situación fóbica: todos los síntomas están en relación con situaciones visuales. Cada una aparece como una fantasía nueva, como una invención personal, mientras que la posición neurótica es siempre la misma: desplazar la angustia con un pretexto. Por ello, los signos parecen muy diversos, y es preciso que lo sean, para desorientar al sujeto y hacerlo soportar, por medio de ese tejemaneje, la situación de angustia real. (3)

Luego de finalizar el secundario y haber conocido a muchas chicas, se cruzó con Maggie, una nueva integrante del club de magia, ése en el que estaba desde hacía algunos años. Le gustó, se enamoró de ella; esta vez encontró la fuerza suficiente para encararla, hablarle y armar una pareja estable, la que finalmente pasados algunos años terminó en matrimonio.

La vida de la pareja transcurrió felizmente durante un tiempo, pero luego comenzaron los problemas ya que la demanda cotidiana del trabajo, el dinero justo, los requerimientos de la vida en comun, la enorme autoexigencia de Angel frente a las responsabilidades, acumularon tanta tensión que afectó a la convivencia. Se le generó un conflicto importante y que le exigía resolverlo sólo, sin mediadores (como habían actuado sus padres en otro tiempo). Estaba ante una situación propia de la vida de un adulto.

Notaba que estos desacuerdos matrimoniales le generaban contradicciones: por un lado, una gran preocupación por lo que ocurría, deseando intensamente poner lo mejor de si para buscar la solución; y por otro sentía rechazo, desgano y queria abandonar todo.

Algo que le ocurría frecuentemente, era que invitaba a Maggie a cenar con el propósito de dialogar respecto de la conflictiva que atravesaban; y luego se distraía con la elección del menú, con la otra gente, sentía cansancio (y no hablaban). Y aunque esta situación le generaba confusión no podía modificarla.

Angel notaba que se habían complicado también sus cuestiones laborales, le costaba más de lo habitual concentrarse en su trabajo, otra vez apareció el insomnio: ni siquiera los juegos de magia lo distraían....

Luego de un tiempo de acercamientos y alejamientos con su pareja, sobrevino el divorcio; situación que le generó intensa depresión, aunque al mismo tiempo le proporcionó alivio, ya que resolvió ese problema.

La depresión es una forma de tristeza que sobreviene cuando se pierde algo querido ya que implica una reacomodación personal al nuevo estado, y al mismo tiempo una reacomodación social.

Nuestro personaje sentía a la soledad en el cuerpo, la cama le parecía enorme y fría; el trancurrir del dia le generaba cierta perplejidad, ya que tuvo que cambiar algunas costumbres: ahora estaba sólo y al mundo de afuera lo percibía con cierta extrañeza. La circunstancia de que ya que no estaba en pareja lo obligó a armar de nuevo los fines de semana, el reencuentro con los amigos que le habían quedado, y la vida en general.

Si los objetos fóbicos se perciben en el campo de la situación, el enfermo está en camino de tener una gran crisis de angustia con todas sus manifestaciones psicológicas y fisiológicas. Asimismo, se comporta de manera que evita encontrarse con el objeto tabú, lo que conduce a conductas de fuga muy diversas, según la forma y la intensidad de la angustia subyacente. Ciertos sujetos se encierran en sus casas para evitar la calle o el encuentro terrorífico. Otros se limitan a hacer trayectos definidos: una sola línea de autobús, o excluyen un medio de transporte o ciertos barrios, o ciertos quehaceres. Otros huyen «adelante» en una preocupación siempre renovada. El estado de alerta fóbico es comparable, pero es en cierto sentido más especializado, más electivo: el fóbico se alarma ante todo lo que surge de sí mismo, del claroscuro del mundo interior (tendencias, apetencias del instinto). Este miedo de la oscuridad subjetiva es tanto más vivo cuanto que el sujeto lo aumenta aún de manera inconsciente por la represión típica de las demandas instintivas. El fóbico manifiesta horror ante estas situaciones mal definidas y mal percibidas, en las que presiente la cercanía de un peligro interno. Pero manifiestamente es de la oscuridad exterior de lo que tiene miedo, y de ningún modo de sí mismo. Su pensamiento, su mundo interior le parecen, por el contrario, sencillos y límpidos. Tiende a proyectar fuera de si el drama que vive, y va hasta una verdadera negación del mundo imaginario, del que es, sin embargo prisionero. Se defiende contra sus pulsiones, negándolas. Quiere tener el aire frío y seguro; lo logra algunas veces, pero tan sólo en parte, ya que su «quién vive» perpetuo no cesa de traicionar su desequilibrio interior.(4)

Pasaron los años; en la actualidad Angel está atravesando el período de la mediana edad (alrededor de 40 años) y ya no se le pasan desapercibidas ciertas señales: su respuesta ante el trabajo no es la misma; cuida mucho sus vínculos que ahora son pocos; reflexiona con frecuencia respecto de sus éxitos y sus fracasos...Pero se siente cansado. Podría no estarlo, se dice. E inevitablemente vuelven a pasar por su cabeza una serie de imágenes, cuya secuencia es similar a la de una película. Alli reaparecen los sueños perdidos, aquellos ideales que quedaron irremediablemente atrás, y un proyecto vital que alcanzó a medias (segun su sentir). Revisa su vida y siempre se encuentra esforzándose en su estudio, en su trabajo, buscando nuevas metas, nuevos horizontes para su desarrollo personal y también... muchos fracasos, devenidos de constantes peleas en diversas situaciones de amistad o trabajo.

Se dice: quién hubiera imaginado que las circunstancias iban a tomar este rumbo? A lo largo de los últimos quince años parece que viviéramos en otro país: no es igual el valor del dinero; perdí mis ahorros; no se califica la experiencia acumulada con el paso del tiempo ni la sabiduría que ello acarrea; no responden los amigos como esperaba; y como pesa la soledad!...

Piensa en cada uno de sus amigos actuales; y claro... todos tienen urgencias y problemas. Recuerda también a viejas amistades, que ya no están porque se perdieron en el camino, ése donde él corría detrás de los sueños. Y se hace muchas preguntas sobre todo, si hubiera optado por tal o cual camino, por tal o cual otra profesión, suponiendo que le hubiera ido mejor. Revisa aquel fallido matrimonio y sus viejos apasionamientos con los que discutía y peleaba por la vida. Porque si bien para algunas cosas es un hombre maduro y tiene mucho camino por delante; para otras se siente viejo (para seguir luchando, por ejemplo).

La actitud de huida puede traducirse de dos maneras opuestas: una de ellas es la actitud pasiva; la otra, negación de la pasividad, constituye un comportamiento de desafio. La actitud pasiva conduce a exposiciones de inhibición que pueden ser parciales (ciertas inhibiciones sexuales, timidez con el otro sexo, indecisión), o totales (rechazo del contacto con los otros, en general). Muy a menudo, la actitud es la inversa de esta pasividad. Pero esta inversión expresa, en el fondo, el mismo temor ante las realidades de la vida. Es una 'huida hacia delante'. Se expresa por el carácter «altivo» (Mailet) y por un comportamiento de desafío. Un caso particular de esta «huida hacia delante» consiste en el comportamiento de superocupaciones, que en ciertos sujetos constituye un verdadero rasgo de carácter. No pueden permanecer desocupados un minuto. Un frenesí de actividad les lanza sin descanso de un asunto a otro. Y, como es imposible que estas actividades forzadas sean siempre actividades reales, conducen a ocupaciones desprovistas de sentido aparente (escucha ininterrumpida de la radio, salidas interminables sin poder resignarse a regresar). Muy a menudo es la lectura la que alimenta esta aparente superactividad: el sujeto se comporta entonces como un «glotón óptico», se lanza hacia el más mínimo impreso, poco importa lo que contiene; hace falta leer, leer más, a fin de no «perder» un minuto, es decir de no arriesgar el «perderse» en pensar solo (...) hay que añadir, finalmente, que la vida sexual del fóbico está siempre alterada en el sentido de una intensa inhibición. Cuando el deseo sexual es sentido como un peligro de destrucción, la angustia que esto provoca evita el acercamiento. La eclosión de los síntomas manifiestos de la neurosis fóbica se produce sobre un fondo caracterial conforme a la descripción precedente o sobre el de la neurosis de angustia Es raro el no encontrar en el pasado de los enfermos, un periodo bastante largo de fobias de la infancia. Los terrores nocturnos (que normalmente cesan más o menos a los dos años) han durado muchos años, y después han sido relevados por fobias de animales. A continuación el carácter fóbico ha podido señalarse por la brillante fachada de los comportamientos de desafío, hasta que, en ocasión de un aumento pulsional o de una modificación de las defensas, se rompe el frágil equilibrio del sistema caracterial. También ocurre a menudo que los síntomas de la angustia, incluso aunque sean muy molestos, permanezcan camuflados a los ojos de los demás durante mucho tiempo. El sujeto, en efecto, emplea mil astucias para ocultar sus miedos y sus medios para tranquilizarse. Pero, después de meses y a veces años de esta lucha, no es raro verlo hundirse en una crisis depresiva. Ocurre también que la extensión progresiva de la fobia inicial, restringiendo progresivamente las salidas a un trayecto, después a una calle, después alrededor de una manzana de casas, confina finalmente al fóbico a la habitación y es entonces, en el curso de un episodio de angustia, de 'fatiga intensa', o ante la agravación de los síntomas, cuando el sujeto se decide a consultar al médico. (5)

Es martes por la tarde y Angel vuelve desde el trabajo, camino a su casa. La calle está cubierta de hojas amarillentas y doradas...se viene el invierno, piensa... y siente mucha angustia; se pregunta porqué? no es lindo acurrucarse al lado del fuego, escuchar una hermosa música, esperar la primavera, ya es hora de buscar un nuevo amor.....y empezar de nuevo...

Pero no encuentra una respuesta que lo alivie. Al llegar a su casa enciende el televisor. Las noticias son impactantes: golpearon a un periodista que estaba realizando una nota, porqué?; pusieron una bomba en otro banco por la retención de ahorros en el corralito; mataron a un piquetero, se hará justicia?; secuestraron al padre de un actor conocido... Nooooooo!!!... Llega a la conclusión de que es mejor apagar el televisor, escuchar música y leer hasta que se duerma. Se sorprende recordando a su padre leyéndole cuentos, hablándole de cómo defenderse de Diego, que lindos tiempos!... Lástima que ahora sólo es un recuerdo, se dice y siente una intensa angustia...

Se despierta con la música de su radio-reloj, ese amigable aparatito que lo acompaña y que nunca le falla, que está alli de noche cuando no puede dormir, firme junto a él cuando tiene pesadillas... Se despereza, se levanta, se viste con desgano aunque se entusiasma con la idea del humeante y oloroso café que se preparará ( hoy le sentiré el sabor? se pregunta...)

De repente, el timbre...Quién será a esta hora?... "Correo señor"...

Cuando baja a abrir, recibe un telegrama de la empresa: esta DESPEDIDO... despedido?!

Noooo!!!!! no puede ser...!!! siente una ola de calor y un mareo...debe ser por los nervios, se dice...al llegar al departamento se pregunta: y ahora?...cuánto tiempo voy a vivir con la indemnización? cuándo podré cobrar esa plata? de qué voy a vivir después?...Siente molestias abdominales, como si estuviera descompuesto. Luego de confirmar que sus intestinos funcionan aceleradamente, piensa...y si voy a la cama nuevamente?...me va a tranquilizar...y algo pensaré...qué pena no conocer un truco de magia para borrar lo que está pasando ahora....En la cama siente frío (nuevamente), los mareos son más intensos y se agrega una fuerte sensación de ahogo, de pensamientos muy feos: si me pasa algo?, algo como...y si me muero sólo aqui adentro?...en el trabajo me van a olvidar en unos días...EL TELÉFONO!!... está desconectado, si me llaman no sonará...; intenta acercarse al aparato, pero ya casi no tiene fuerzas para llegar alli...para hacerse cargo de si mismo...para reponerse...siente mucho miedo..........!!!!!!!!

La ambulancia lo llevó a la institución médica donde lo examinaron, lo calmaron y lo diagnosticaron: está sufriendo un ataque de pánico; en adelante 'tiene que cuidarse, no le conviene que se repita, consulte con un terapeuta...'

El ataque de pánico es una crisis que resulta muy frecuente en estos tiempos. Es un sindrome que presenta múltiples malestares y amenaza al sujeto directamente en su integridad. El elemento desencadenante generalmente está asociado a una situación presente de intenso estres, que supera los límites tolerables de sufrimiento, y su irrupción se vive como una situación sorpresiva.

Como se puede advertir en este relato, hay una serie de padecimientos previos que debilitan cotidianamente a la personalidad del sujeto, la menoscaban pero se intenta que pasen desapercibidos; por eso en un momento dado, con el acontecer de un hecho con intensidad traumática, la persona siente que dejó de ser quién era sin comprender porqué; y se manifientan varios síntomas al mismo tiempo. Hay sensación de catástrofe.

En el Manual de Diagnóstico y Estadística de las Enfermedades Mentales, de la Sociedad Norteamericana de Psiquiatría (DSM V) se define al ataque de pánico como un período discontinuo de miedo o incomodidad, sin un objeto determinado que lo genere ("temor sin objeto") en los cuales varios síntomas se desarrollan abruptamente y alcanzan su pico rápidamente (se calcula que entre 5 y 10 minutos). Los ataques de pánico sobrevienen junto con cuadros de agorafobia (situaciones donde la salida pueda ser dificultosa), e incluyen situaciones típicas como temor a quedarse solos en la casa o que no pueden dormir sin compañía (claustrofobia)

Algunos de los síntomas característicos del ataque de pánico son: palpitaciones (el corazón salta en el pecho); respiración entrecortada, ahogos; transpiración intensa; sofocos; temblores; sensación de inestabilidad, de estar extenuado; sentimiento de falta de respuesta de 'la cabeza'; náuseas; mareos o vértigos; sensación de terror; sentimientos de despersonalización; miedo a perder el control o a volverse loco; miedo intenso a morir; parestesias; miedo a padecer un ataque al corazón; entorpecimiento o sensación de parálisis.

Es urgente la consulta con un profesional Psi, experiencia a partir de la cual sobreviene la posibilidad de repensarse en relación con las situaciones vivenciadas como de pérdida y de fracaso, ya que a causa de ellas se instala ese estado de dolor psíquico que cada vez abarca mayores aspectos de la persona, fragilizándola progresivamente. El sujeto queda expuesto; disminuye su capacidad de defenderse eficazmente. Es necesario recuperar la integración de la persona, reestablecer el equilibrio emocional; reflexionar acerca de las relaciones interpersonales y las del mundo laboral; ya que desde alli se incrementó la tensión que derribó el equilibrio.

Cabe recordar que se trata del tramo vivencial relacionado con la situación actual, pero que a su vez existen enlaces asociativos con conflictos de larga data, que en un momento de la vida hacen eclosión y dan la oportunidad de detenerse y revisar la circunstancia personal en forma ampliada; atando cabos sueltos, enlazando afectos e ideas que se hallan separados y asi delinear una nueva trama, siendo entonces el artífice del propio destino.

Bibliografia:

TRATADO DE PSIQUIATRIA - Henry Ey, P. Bernard, Ch. Brisset - Cap IV 'Neurosis fóbica' - Editorial Toray-Masson, SA - Barcelona - (1)(2)(3)(4)(5) -

Lic Sonia Cesio - Psicologa Clinica de Adultos - Psicoanalista - cesio.sonia@gmail.com

E-mail: info@enigmapsi.com.ar

miércoles, 16 de marzo de 2011

Pareja y vínculo: el zócalo inconciente que une (o des-une)

La relación de pareja (1) “delimita un espacio mental y vincular compartido, cuyo encuadre está asegurado por acuerdos inconcientes. Estos lo regulan y de dan sentido”
Esos acuerdos inconcientes hacen a su identidad, y forman un ‘zócalo inconciente’.
Se denomina “zócalo inconsciente de la pareja” a esa estructura profunda y subyacente a todas las modalidades de interacción, que son los observables.
Según los autores, la estabilidad del vinculo “pone en juego funcionamientos mentales primitivos relacionados con el mundo objetal…la diferencia de sexos remite a la nunca acabada elaboracion de la incompletud…y de lo diferente…” Las parejas oscilan entre dos polaridades simultáneas y sucesivas: ser iguales o semejantes.
Este modelo relacional está sostenido por acuerdos y pactos inconscientes: es el que provee un código de sentidos implícitos; es el que establece el conjunto de leyes que regulará lo permitido y lo prohibido para esas dos personas, que se diferencia de los códigos individuales. Desde este nuevo código específico, cada pareja organiza sus entendimientos según los cuales selecciona una determinada modalidad de relación. El zócalo contiene representaciones objetales y con ellas arma una trama fantasmática (tambien llamada interfantasmatización).


Los acuerdos inconcientes llevan hacia el tipo de objeto elegido (o a elegir). Ese objeto naturalmente, no es azaroso. Se relaciona directamente con las inscripciones de “vinculos y relaciones con objetos parentales y luego con objetos extraparentales significativos…”
Las parejas describen interacciones que los autores llaman encubridoras porque son concientes, y dan cuenta de modelos ‘contingentes’. Siempre remiten a “una estructura inconciente que determina la forma de ser de la pareja”.
Es esperable que esa estructura inicial, basada en ciertos códigos, proponga cambios a lo largo de la vida. Entonces, el conflicto se produce cuando “la necesidad de mantener el zócalo inmovilizado es mayor a la de resolver las nuevas experiencias de la pareja”
Este zócalo se relaciona con el Objeto único: es el objeto amoroso primitivo, que brinda seguridad y estabilidad. La función de este objeto es esencial: “provee la acción especifica, discrimina mundo interno y mundo externo, yo – noyo, da indices de la realidad externa”


El zócalo desarrollado a partir de ese objeto único, es un organizador de la relación en “sus distintas modalidades de intercambio: sexual, económica y comunicacional”
Contiene también deseos infantiles insatisfechos, a problemática de la diferencia de los sexos; incluye también identificaciones históricas edípicas y representaciones socioculturales inherentes a las normas que dan pertenencia social.
Forma así una estructura relacional estable, aunque no inmutable, y es un organizador de la relación en sus distintas modalidades de intercambio (sexual, económica y comunicacional).
En la pareja, el otro relacional (secundario) puede confundirse con el modelo primitivo.
Vale recordar que las representaciones inconcientes no son tramitadas por las palabras pensadas, habladas. A ese costo, “se instalará el otro…pudiendo provocar en el yo los sentimientos correspondientes a una intrusión…”
El objeto amoroso no derivado del objeto único, se elije para establecer con él “una relación de reciprocidad y simetría” y se configura un contexto compartido.
Se incluye la temporalidad, la anticipacion del futuro y asi se entreteje el proyecto vital, con las reformulaciones basadas en las experiencias vividas, y en interacción con el principio de realidad.
La separación del objeto único “da lugar al advenimiento de las representaciones de un objeto diferente…es el anticipo del reconocimiento de la diferencia de los sexos, que inaugura al zócalo inconciente” luego de atravesar las visicitudes del complejo de edipo.


Los autores tomaron este término homologándolo al concepto arquitectónico de zócalo, es decir, entendiendo por él una base profunda sobre la cual se apoyan los elementos sostenidos por ella.
A diferencia de otros conceptos provenientes del psicoanálisis individual la noción de Zócalo Inconsciente, pertenece al campo vincular, por definición.
En su origen, tal como fue definido, los componentes contenidos en dicha estructura podrían enunciarse en tres órdenes:
1º) Una representación narcisista, subyacente a toda relación de pareja, el Objeto Único, vínculo con un otro estable dotado de un carácter de necesariedad y exclusividad, a quien nadie podría reemplazar.
2º) Van a formar parte del zócalo inconsciente las identificaciones aportadas por las historias edípicas y preedípicas según los modelos de organización familiar propia de cada uno de los sujetos del vínculo. La organización familiar es la que ofrece modelos de constitución de la pareja en su doble condición de pareja sexuada con exclusión del hijo, y pareja de padres en la que el acento recae en la relación con el hijo.
Como secuencia devendrán las elecciones de cómo ser, a quién tener, y como quién hacer. También integrarán el zócalo las representaciones sociales inconscientes, dadoras de pertenencia al conjunto. Estos tres órdenes de representaciones integrarán una nueva representación que las contiene, la del Objeto Pareja, que a su vez cada uno de los miembros aportará al encuentro, dando lugar a través de los acuerdos y pactos que establezcan, a una nueva construcción compartida: el Objeto Pareja compartido. Las relaciones familiares surgen de yoes y vínculos, diferentes entre sí, pero ligados en el conjunto del parentesco.


En esta conceptualización se jerarquiza la denominación “estructura familiar inconsciente” que contiene la matriz simbólica que da significado a las relaciones familiares. Dicho significado abarca “en un conjunto articulado, tanto de los vínculos de la estructura, como de como el de los lugares, y cada uno de los cuales tiene denominaciones especificas. En ella, cada sujeto es a su vez significado y nombrado. Dicha estructura tiene sus propias formaciones, producciones significantes a manera de transacciones frente a los requerimientos de cada yo y de la realidad” (2)
Como consecuencia, se despliegan una serie de vínculos que ligan una serie de lugares ocupados por lo general por un yo, el que le tiene que hacer lugar al otro (yo).
Falta agregar las representaciones inconscientes del macrocontexto social, poniendo en primer plano, antes que a las identificaciones, a los conceptos de pertenencia, atribución y transmisión.


Volviendo al zócalo inconsciente, recordemos que forma parte del contrato narcisista que se celebra entre los componentes (narcisistas) del conjunto.
La noción de pacto denegativo (3) amplía la conceptualización ya que describe lo
imposible del vínculo, se torna condición de posibilidad del entramado inconsciente del zócalo (negatividad radical), haciendo posible tramitar, en la positividad, lo faltante y lo fallido, lo nunca sido en los intercambios imaginarios de la pareja (negatividad relativa). También integrarán el pacto denegativo, como negatividad de obligación, las renuncias pulsionales que habrá de hacer cada uno y el bagaje individual de contenidos traumáticos que forma parte de la historia transgeneracional que cada uno porta (los conflictos por la que es atravesada la pareja).


Estos contenidos que habitan a los sujetos, al mismo tiempo que deben quedar excluidos de la circulación consciente para posibilitar el vínculo, son los que, a su vez, entran en juego en el momento de la elección de pareja, al modo del "encuentro genealógico" y subtienden los lazos libidinales y narcisistas, fundando así el zócalo y sellando el "pacto de alianza ".
La pareja acordará el dejar afuera estos contenidos (en el plano neurótico),que se corresponderá con un acuerdo inconsciente que integrará, a su vez, el zócalo inconsciente.
En caso que se produzca una rigidez de la estructura, los pactos se profundizan y sus efectos podrán hacerse presentes como síntomas, psicosomatosis, accidentes o acting out, que aportarán un sufrimiento cotidiano en la vida de la pareja.
La noción de estructura se refiere a una estructura estable pero no es inmutable, lo que permite pensar en una estructura abierta.


La potencialidad vincular antes atribuida a la fuerza determinante del zócalo, deja paso a los fenómenos nuevos que impactan sobre los acuerdos y pactos inconscientes del mismo, haciendo relevante la capacidad de determinación de la historia misma del vínculo y atribuyendo a las historias infantiles de cada uno, cristalizadas en el zócalo, un valor condicionante, y determinante.
Se plantea entonces, el margen acerca del carácter determinado que su constitución plantea; qué lugar habrá para incluir el azar; cuánto de lo nuevo/novedoso (4) podrá inscribirse en ese entramado preexistente; qué lugar habrá en él para el acontecimiento. Cada estructura fijará los límites de reorganización posible de los componentes de la misma, y planteará a la necesidad de movimiento para hacer lugar a ello, generando cambios en lo ya existente, de lo cual se infiere que ciertas negatividades podrían llegar a hacer un corrimiento en el sentido de positivizarse, dando lugar a una reorganización de la estructura.
Según sea el posicionamiento que el analista tome frente a estas cuestiones, en función del valor que le otorgue a lo nuevo o a la repetición, será también el corolario clínico que devendrá, marcado por su lugar de transferencia, dandole cabida a desarrollos que conciben un psiquismo abierto al devenir histórico y al acontecimiento.

*Compiladora Lic Sonia Cesio cesio.sonia@gmail.com

Bibliografia:

(1) “Psicoanálisis de la pareja matrimonial” – Berenstein I; Puget J - 1988 - Ed Paidos

(2) “Psicoanalizar una familia” - Berenstein I – 1990 - Ed Paidos

(3) “Introducción a la lectura de Rene Käes” – Publicación de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo - 1991 -

(4) "Transferencia: hecho nuevo y/o repetición, producción vincular y/o individual" – Berenstein I - Presentado en ApdeBa - 1999 -

(5) “Teoría de la configuraciones vinculares” – “Concepto de vínculo” – Cesio, Sonia – Publicados en: http://www.enigmapsi.com.ar/mateorico.html

domingo, 13 de marzo de 2011

Divan telefonico

Barcelona, 13:50. Valeria sale de su edificio, camina dos cuadras a la derecha y luego una a la izquierda. Se detiene en un teléfono público. Mira el reloj. "Faltan cinco minutos", piensa. Por miedo a que lo ocupen agarra el tubo y simula hablar con alguien. Recién cuando su reloj dice que son las 13:59 marca un número. Del otro lado, a catorce mil kilómetros de distancia, alguien está esperando su llamado. La conversación dura alrededor de una hora. Esta misma situación se repite todos los sábados, a la misma hora, en el mismo poste telefónico. La escena podría incluirse en un filme de Woody Allen. Sin, embargo, pertenece a la vida real. Valeria es una argentina que vive en Barcelona y todos los sábados a las dos de la tarde hace terapia telefónica con su psicólogo de Buenos Aires.


Esta es la segunda terapia telefónica que Valeria está encarando. En el 2004 llegó a Almería, una ciudad al sur de España, esperando encontrar un futuro mejor y posibilidades de progreso, como en ese momento no ofrecía su país. Pero no fue nada sencillo. "El choque cultural me estaba afectando un poco y al cambio de país y costumbres se sumaban algunos problemas personales que me generan mucha ansiedad y soledad extrema", comenta. Así que decidió llamar al psicólogo con el que se atendía en Buenos Aires y preguntarle si podían retomar las sesiones por teléfono. El profesional accedió y durante un año y medio las sesiones se mantuvieron. Pero un día Valeria decidió irse a Barcelona. "Una amiga argentina me recomendó a su psicólogo. Después de intercambiar varios e-mails decidimos que podíamos comenzar. Esta vez sí sentía miedo por la distancia porque no nos conocíamos, pero me animé a probar. Nuevamente, un teléfono y 14 mil Km. de distancia me separarían de mi terapeuta. Pero ya llevo cinco meses con él", relata Valeria, que no hace mucho cumplió los treinta.


Se sabe: la Argentina es el país con más psicólogos por habitante. Hasta el año pasado se calculaba que había 154 profesionales por cada 100 mil habitantes, cuando en el Primer Mundo la proporción es entre 25 y 45/100.000, según un estudio realizado por Modesto Alonso, docente de las facultades de Psicología y Medicina de la UBA y representante local de la Sociedad Interamericana de Psicología. En este contexto, no resulta extraño que los miles de argentinos que están viviendo fuera de su patria mantengan la tradición. Pero esta nueva forma de hacer terapia, impensada años atrás para los psicólogos más ortodoxos, hoy es una opción válida y requerida también por otros motivos. La licenciada en Psicología Sonia Cesio, que tiene su consultorio en Palermo y que atiende por teléfono y también vía correo electrónico a pacientes argentinos que están afuera de su país, sostiene que si bien no se animaría a dar una fecha de comienzo de este tipo de terapias, "es cierto que con la crisis económica de 2001 aumentó".

¿Por qué quienes emigraron prefieren esta modalidad en lugar de hacer terapia con profesionales que vivan en su mismo sitio y puedan tener sesiones presenciales? "Una de las razones es que afuera, en Europa, por ejemplo, es muy costoso hacer terapia: cada sesión no baja de los cincuenta, sesenta euros", comenta Cesio. Ella cobra, en su consultorio, cuarenta pesos argentinos y entre 20 y 25 euros para los argentos que viven afuera. Pero no es todo: "La otra razón fundamental es que los pacientes argentinos no se sienten identificados con los terapeutas de otros países de habla latina", afirma Cesio. Muchos de sus pacientes, antes de comenzar terapia telefónica con ella, probaron hacer terapia en los lugares donde vivían, pero sentían que no se terminaban de comunicar, de entender del todo. "Es un emergente de este país y esta cultura socioeconómica que expulsa a la gente. Muchos argentinos se van a buscar un nuevo futuro, una nueva vida, pero las raíces las dejan acá. Hacer terapia con un psicólogo argentino es una manera de seguir ligado a su lugar de origen", explica Cesio, que atiende a dos argentinas que viven afuera (una en México y otra en Brasil).


Desde Barcelona, Valeria coincide con ambas opiniones: la cuestión monetaria –su psicólogo le cobra la sesión cincuenta pesos de los nuestros– y la afectiva. Y agrega: "Es verdad que mi terapeuta no está en el mismo lugar que yo, ni vive mi misma realidad, y tratamos temas muy puntuales como las relaciones interpersonales con los españoles, el mercado laboral, la mentalidad europea, etc., pero para mí es más importante la conexión a nivel cultural, son muchas las similitudes de pensamiento, costumbres, la manera de mirar la vida", comenta.

Para Cesio, el otro tema recurrente en sus pacientes es la pareja: "Gente que no puede separarse, por la sensación de vacío y de pérdida. Se fueron juntos para armar un proyecto de vida y resulta que cuando están allá, la relación no funciona. Para esas parejas, tomar la decisión de separarse es doblemente difícil", comenta. Sin embargo, ambas terapeutas coinciden en que no es lo mismo hacer terapia presencial que por teléfono. "La ausencia del lenguaje gestual y corporal es una desventaja trascendente pero no un impedimento. La ventaja es básicamente la posibilidad de analizarse, que no me parece poco", sostiene Fiksler. Por otro lado, la modalidad tiene contraindicaciones, y ambas profesionales las reconocen. "La terapia telefónica no es para cualquiera: las personas que necesitan medicación o tienen impulsos violentos o al suicidio no se atienden: ellas necesitan sí o sí de una terapia presencial", explica Cesio.

Mariana Fiksler, una psicóloga argentina que vive en Altea, un pueblo de la provincia de Alicante, España, también mantiene sesiones por teléfono con argentinos que viven en España, pero que están lo suficientemente lejos como para que sea posible tener sesiones presenciales. Actualmente, atiende unos siete pacientes en esta modalidad, que refuerza con algunas sesiones por Messenger. También trabaja vía mail, en un consultorio y en instituciones. Ella coincide con Sonia en que hay casos para los que la terapia telefónica no es recomendable.


¿Cómo están resultando los tratamientos? "Es tanta la falta de espacios para hablar de sí mismos, es tanta la necesidad de escucha y de esa devolución que les permite repensarse desde otra mirada, que los resultados están siendo muy buenos", dice Fiksler. Valeria, ¿y vos qué pensás? "Sinceramente, después de dos años de terapia a distancia no siento ni la más mínima necesidad de buscarme un terapeuta acá, no me interesa, estoy contenta con mi terapia, siento que día a día voy avanzando", se le escucha decir desde su celular.

*Publicacion Original con videos:

http://edant.clarin.com/diario/2007/05/01/conexiones/t-01410290.htm


Lid Sonia Cesio
Email: cesio.sonia@gmail.com